sábado, 11 de agosto de 2012

Los Incas: Historia y Orígenes

Cuenta la leyenda que de un lugar conocido como Pacaritambo salieron cuatro parejas de esposos-hermanos buscando una tierra donde asentarse. Sin embargo, no reinaba la concordia entre ellos y, envidiosos de la extraordinaria fuerza de uno de aquellos hermanos Ayar (que así eran sus nombres), decidieron encerrarlo en una cueva.



Continuaron con su camino, pero la desgracia se cebó en ellos, y un poco más adelante el segundo de los hermanos fue convertido en piedra por una huaca enemiga mientras que al tercero lo convirtieron en el cerro Guanacaure. Sólo uno de los cuatro hermanos. Ayar Manco (quien luego se cambiarái el nombre a Manco Cápac, por orden divina) consiguió llegar al destino esperado con las cuatro mujeres y todos, los cinco, formaron la semilla de la que sería la gran civilización inca.

Aquel lugar al que finalmente arribaron y que había sido revelado por el dios Sol, Inti, se convirtió, con el tiempo, en el actual Cuzco.

Cuenta la Historia que la zona andina estuvo ocupada durante más de cuatro mil años por tribus y Estados dispersos y que sólo hacia el año 1.200 d.C. se constituyó un gran grupo étnico inca que había llegado al Cuzco procedente de las tierras altas del Sur. Aquellas tierras fértiles del valle del Cuzco estaba dividida en curacazgos, como el de Saña, Alcaviza o Ayarmaca, pero entre ellos había una rivalidad latente que los impelía a luchar entre sí en pos del control de las aguas de aquellos fértiles valles.

Historia y leyendas (de las cuales, la de los hermanos Ayar es sólo una de ellas aunque quizás la que mejor lo explica) se entremezclan en la formación e historia de los incas, pero todos tienen una base común: la existencia de un importante grupo étnico que se localizó en el Área Andina, que vivían íntimamente ligados a la Naturaleza y cuya civilización cimentaron en tres zonas: la de la costa, la de la selva y la de la sierra.

El primer Jefe Inca fue Manco Cápac, y aunque algunos lo sucedieron después, aún vivían en un Cuzco dividido en dos, Hanan Cuzco y Hurin Cuzco, zonas pobladas y dirigidas por distintas familias. Con el paso de los años, lograda la unión en el Imperio del Tahuantinsuyu, época de mayor brillantez de los incas, éstos se expandieron por el suroeste hasta las tierras de Collaguas, Chunvivilcas, Canas y Canchis, hacia el lago Titicaca y por el oeste contra los Chancas.

Pachacútec, del 1438 al 1471, fue uno de sus principales gobernantes y consiguió la máxima expansión del Imperio y su definitivo asentamiento. Reconstruyó Cuzco y la convirtió en el centro de todo el creciente Imperio, estableciendo nuevas fórmulas de culto al sol y organizando importantes redes hidráulicas que permitían aprovechar mejor las tierras de cultivo. Su hijo, Tupac Yupanqui, extendió la capital al norte y dominó todo el valle del Nazca y el señorío de Chincha además de llegar casi hasta los alrededores de Lima. Se adentró en Chile, y a su muerte, Huayna Cápac, siguiente jefe inca, conquistó parte de las tierras de la actual Colombia. Sin embargo, los años de declive parecían cercanos. El poder corrompe, incluso en las antiguas civilizaciones, y las continuas intrigas palaciegas debilitaron el sistema de gobierno.






El propio Huayna Capac hubo de sofocar varias revueltas, pero definitivamente, bajo el gobierno de su sucesor Huáscar, se produjo el ocaso definitivo de un imperio llamado a ser el más grande de toda la América del Sur y Centro. Las divisiones que ya venían del reinado anterior provocaron que a HUáscar se le opusiera Atahualpa, a quien apoyaban los nobles y las clases más altas.

La llegada de Pizarro a tierras andinas supuso que Huáscar viera el fin a su gobierno, pues el pueblo, la última clase que hasta entonces apoyaba a Huáscar, volviera los ojos hacia Atahualpa, quien se invistió de un poder mitológico. Huáscar fue capturado cerca de Cuzco y mandado a ejecutar.

De los tristes acontecimientos ocurridos en Cajamarca, con la captura y ejecución del propio Atahualpa, quedó la historia de un gobernante inca soberbio que legitimó su poder sobre la sangre de su propio hermano, pero también la historia de un conquistador cruel y terrible, Pizarro, cuyas políticas y acciones acabaron prácticamente con una de las épocas más interesantes de toda la historia de la zona andina: la del imperio Tahuantinsuyo.

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